Es evidente que la sociedad está permanentemente evolucionando y con cada cambio se producen beneficios, pero también contraindicaciones. Uno de los principales problemas de la actualidad, en especial en zonas urbanas, es la movilidad de las personas; algunas de las causas son los elevados costes de los vehículos y combustibles, la dificultad de aparcamiento, la falta de dimensionamiento del servicio público de transporte, las limitaciones por contaminación o el elevado coste de la vivienda en los centros urbanos.
Como intento de solución a estos problemas, el sector privado (fabricantes, vendedores y empresas de alquiler) e incluso administraciones locales han promovido el uso de los Vehículos de Movilidad Personal (VMP): bicicletas, patinetes eléctricos y un variado espectro de diferentes artilugios que permiten a las personas desplazarse de forma motorizada.
Todo ello ha llevado a que el 72% de los ciudadanos afirmen que han cambiado su forma habitual de desplazarse en las ciudades.
Como en otras ocasiones en las que la sociedad “va por delante” de la respuesta de las instituciones públicas, nos encontramos con problemas que están generando ya una honda preocupación. No se requiere de momento la obtención de una licencia para su uso, ni tan siquiera de una edad mínima y, en consecuencia, es algo habitual encontrarnos con situaciones que pueden generar un alto riesgo para la integridad física de los usuarios y terceros:
- El 50% de los usuarios de VMP reconoce que circula sin casco.
- El 71% lo hace en alguna ocasión por la acera.
- El 45% ha sobrepasado en alguna ocasión los límites de velocidad establecidos para estos vehículos (25 Km/h).
- La mayoría de los VMP pueden sobrepasar el límite de velocidad permitido por lo que se calcula que el 50% pueden ser considerados como ilegales.
- Hay usuarios que circulan por vías interurbanas.
- Hay usuarios que circulan con dos ocupantes.
El incremento de los VMP junto con otros factores socioeconómicos ha incrementado la accidentalidad urbana en un 40% en diez años y se calcula que sus ocupantes, que se integran en el grupo de usuarios vulnerables, ya suponen el 8% de los fallecidos por accidentes de tráfico en las ciudades. De hecho, el 9% de los españoles reconoce haber tenido una caída o un accidente con un patinete u otro VMP (ya en el 2018 se registró el primer fallecimiento en España de un peatón atropellado por un patinete eléctrico).
Las estimaciones de la DGT, en caso de no seguirse sus indicaciones, hacen referencia a que estas nuevas formas de desplazamiento podrían causar entre 2021 y 2030 hasta 700.000 siniestros, 5.500 fallecidos y 850.000 lesionados lo que supondría unos incrementos del 24, 18 y 22% respectivamente respecto a la década anterior.