
A partir de 2025, entra en vigor una nueva figura dentro del sistema de cotizaciones sociales: la cuota de solidaridad. Se aplicará sobre los sueldos que superen la base máxima de cotización -actualmente en torno a 54.000 euros anuales- y comenzará con un recargo del 1%, que aumentará progresivamente hasta alcanzar el 6% en 2045.
Aunque pueda parecer un ajuste menor, es importante tenerla en cuenta desde este momento, especialmente si en tu empresa cuentas con perfiles estratégicos con retribuciones elevadas. Esta medida no conlleva mejoras en las pensiones futuras de quienes la abonan, ya que no genera derechos adicionales, pero sí incrementa el coste laboral para las empresas.
¿A quién afecta?
Principalmente a empresas que cuentan con:
- Directivos, mandos intermedios o perfiles técnicos con sueldos por encima del tope.
- Autónomos societarios con retribución salarial alta.
- Socios o colaboradores clave con esquemas de remuneración complejos.
También afecta a compañías que están empezando a diseñar planes de compensación o fidelización de talento y deben considerar el impacto de esta nueva carga en su política salarial.
¿Por qué es importante anticiparse?
Aunque en 2025 el recargo es reducido, su crecimiento progresivo puede generar presión a medio plazo en las estructuras salariales. Si no se revisa a tiempo, puede afectar a:
- El equilibrio financiero de la empresa.
- La retención de personas clave, que pueden verse desincentivadas.
- Los planes de continuidad si hay una concentración de conocimiento o gestión en perfiles afectados por el recargo.
Recomendaciones para proteger la continuidad
- Identificar perfiles afectados y calcular el coste adicional previsto.
- Revisar el modelo de retribución, especialmente si incluye incentivos, bonus o beneficios en especie.
- Valorar alternativas como la previsión social complementaria, que permite motivar y proteger al talento sin sobrecargar las cotizaciones.
- Incluir este coste en el plan de continuidad financiera, especialmente si la dependencia de personal clave es alta.
Conclusión
La cuota de solidaridad es una medida con impacto creciente que, bien gestionada, no tiene por qué suponer un problema. Pero ignorarla sí puede derivar en sobrecostes, tensiones en la tesorería o pérdida de personas clave. Incluirla desde este momento en la estrategia retributiva y en el análisis de continuidad operativa es la mejor forma de anticiparse.