El año 2023 concluía con el debate de si la economía lograría un aterrizaje suave, o si, por lo contrario, comenzaría un periodo de recesión económica. En lo único que existía unanimidad era en que nos enfrentábamos a un contexto de desaceleración económica consecuencia de las contundentes subidas de tipos de interés iniciadas en 2022, y que sitúan actualmente a los mismos en máximos históricos. Es por ello que, y gracias también a una inflación cada vez más contenida, se esperaba un 2024 de bajadas de tipos de interés continuadas por parte de los Bancos Centrales. Como suele ocurrir con las previsiones del mercado, lejos de cumplirse, el inicio de 2024 se ha caracterizado por un desempeño de la economía mucho mejor de lo inicialmente esperado, especialmente la americana, disipándose en gran medida las bajadas de tipos anteriormente mencionadas.
Así pues, durante el primer trimestre se han sucedido continuas revisiones al alza de las estimaciones de crecimiento para EEUU, siendo el Fondo Monetario Internacional (FMI) el último en hacerlo, proyectando un crecimiento del 2,7% para 2024, frente al 2,1% que estimaba con anterioridad. Muy diferente es el caso de la Eurozona, donde el crecimiento estimado para 2024 se sitúa en el 0,8%, muy penalizada por la situación de debilidad que atraviesa Alemania, si bien existen ciertos indicadores adelantados que indican cierta mejoría.
En cuanto a inflación, pese a que sigue a la baja, lo hace más lentamente que en meses anteriores, algo que parece razonable. En la Zona Euro los datos de inflación e inflación subyacente en el mes de marzo se situaban en niveles del 2,4% y 2,9%, respectivamente, mientras que en EEUU, cerraban el mes de marzo en niveles del 2,7% y 2,8%. Recordemos que durante el pico del shock inflacionario en la Eurozona se llegaron a inflaciones superiores al 10%.
La reacción del mercado a esta nueva realidad se ha traducido en una gran complacencia, y al calor de los buenos datos de crecimiento económico, los activos de riesgo, esto es, las acciones y los bonos de baja calidad crediticia (high yield) se han comportado de manera muy positiva en este primer tramo del año. Los principales índices de renta variable cerraban el trimestre con rentabilidades positivas de entorno al 10%, y en el caso del índice Bloomberg Pan-European High Yield, que recoge la evolución de los bonos europeos de baja calidad, avanzaba un +1,99% en los primeros tres meses.
En el caso de la renta fija, la complacencia que ha dominado los mercados ha llevado a que tanto los diferenciales de crédito, como las primas de riesgo de los países con peor situación financiera como es el caso de Italia, se sigan estrechando frente al activo libre de riesgo, el cual ante la menor expectativa de bajadas de tipos comentada, incrementaba sus rentabilidades en todos los tramos de la curva. Por ello, las valoraciones de los bonos europeos de emisores públicos y de los bonos de calidad (investment grade) sufrían de media retrocesos del -1,67% y -0,5%, respectivamente. La manera de no haber incurrido en pérdidas estando invertidos en bonos de alta calidad ha sido controlando la exposición a duración, como ha sido el caso de Surnepensión Renta Fija, que terminaba el trimestre con una rentabilidad positiva del 0,30% gracias a su posición conservadora en bonos de excelente calidad crediticia y duraciones cortas.
En cuanto a la renta variable, pese a la evolución favorable de los principales índices, si desgranamos la evolución por sectores, podemos apreciar que aquellos sectores más defensivos como son el consumo básico o el sector utilities, se apuntaban caídas superiores al -1% y -5% respectivamente, mientras que sectores más dependientes del ciclo económico como autos, consumo discrecional o bancos, se apuntaban revalorizaciones del 15%, 10% y 18%, respectivamente. Esto hace que, como ocurrió en 2023 con los valores tecnológicos del S&P500, aquellos índices muy dependientes de algún sector concreto, como es el caso del Ibex 35 donde el sector bancario pesa alrededor de una tercera parte, deban su buena evolución a su falta de diversificación. En el caso de nuestro plan Surnepensión Renta Variable, el hecho de estar sobreponderado en aquellos sectores de carácter más defensivo e infraponderado en sectores cíclicos como el bancario, ha hecho que finalice el trimestre con una rentabilidad del +1,27%, por detrás de los principales índices. Justamente, este habitual posicionamiento más conservador de nuestro plan ha hecho que en el largo plazo se consiga batir a los índices de manera consistente, haciéndolo especialmente bien relativamente en periodos negativos como fueron 2018 o 2022.
De cara a próximos meses, la actuación de los Bancos Centrales, que dependerá de la evolución de la economía y los precios, seguirá marcando la evolución de los mercados financieros. Además, seguiremos de cerca otros riesgos como son los conflictos geopolíticos y la evolución de los déficits fiscales de los países.
Por último, en noviembre 2024 se celebrarán las elecciones presidenciales estadounidenses, y uno de los mayores riesgos asociados a los comicios es una posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. En ese hipotético caso, el déficit público, una posible salida de la OTAN, el mercado energético, o las medidas arancelarias estarán presentes en la economía y los mercados financieros.