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No es país para emprendedores

15 Julio 2013
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Seguimos inmersos en tiempos difíciles. Por mucho que cierto voluntarismo no deje de ver “brotes verdes”, la situación económica requiere medidas adicionales a corto plazo, pero sobre todo de largo plazo.

 
Por ello, antes de compartir algunas reflexiones sobre la labor de los emprendedores, habría que recodar algunas de las “tareas” que el Gobierno (o el país) tiene pendientes. Tareas que, por si nuestra memoria es frágil, nuestros socios europeos se encargan continuamente de remarcar como “pendientes” (aunque ya se encargan los mercados financieros de evidenciarlo mediante las dificultades a que somete la financiación de España).
 
A continuación en este post vamos a enumerar algunas de esas tareas:
  • Debe implementarse la llamada Reforma de la Administración. Al menos en este asunto ya tenemos un “plan” elaborado por el Gobierno, ahora sólo falta llevarlo a cabo.
  • Es necesario reducir el número de productos gravados por el IVA reducido, a la vez que intensificar la lucha contra la economía sumergida.
  • El Gobierno debe abordar el déficit de tarifa en el sector eléctrico, adoptando una profunda reforma del sector (normalmente es una patata caliente que todos los gobiernos dejan para la siguiente legislatura).
  • El Gobierno tiene que finalizar la evaluación de los efectos de la reforma laboral y presentar, si es necesario, modificaciones al respecto.
  • Falta adoptar y aplicar la Ley de Servicios Profesionales y la Ley de Emprendedores.
  • El factor de sostenibilidad, referido el sistema público de pensiones, deberá estar regulado antes de final de año.
Enlazando con la situación económica, después de recordar todo lo que queda por hacer, podemos observar que en los últimos tiempos se habla mucho de emprendedores, emprendimiento… cierto que más bien refiriéndose a pequeños empresarios, autónomos… quizá porque la necesidad (la crisis) hace virtud, y tal vez poniendo demasiado énfasis o responsabilidad sobre los emprendedores, con la esperanza de que “ellos nos van a sacar de la crisis”.
 
Ni tanto ni tan calvo. Del tradicional desprecio colectivo hacia los empresarios habitual en el país (siendo “explotadores de trabajadores”, todavía para algunas personas, y lo que es más grave, para algunos sistemas educativos) hemos pasado a basar todas nuestras expectativas en los llamados “emprendedores”. Quizá porque se ven más como pequeños empresarios, autónomos, etc.…  Surgen continuos mensajes de que hay que apoyar a los emprendedores, conseguir financiación para los emprendedores y pymes, dar apoyo fiscal a la creación de empresas…
 
Toda esta postura con respecto al emprendimiento en general es una magnífica noticia, sin duda alguna. Por todo ello, en relación con estos temas, se han escrito  últimamente múltiples reflexiones sobre el particular, algunas interesantes, otras simples tópicos, referidas a la verdadera realidad de la tarea de emprender una empresa en nuestro país. Enumeremos algunas de ellas:
  • En España, antes de abrir una empresa se debe que demostrar que no se va a violar ninguna ley y por eso se retrasa tanto la apertura. Además, hay que obtener los permisos de cada comunidad autónoma, donde los detalles (horarios comerciales, ubicaciones, instalaciones, licencias,…) son diferentes en cada una de ellas. No hemos tenido más que ver, esta semana pasada, la reacción de las Comunidades Autónomas al proyecto de ley sobre la “licencia única” en el mercado nacional (poniendo el grito en el cielo por la “invasión” de competencias) para comprender la magnitud de nuestro problema. Esta indignación choca con las declaraciones y propuestas para la ayudar a la creación de empresas.
  • Por ejemplo, en algunas películas nos han mostrado como normal que un niño monte un puesto de venta de limonada en el jardín de su casa. En España la policía municipal le habría pedido licencia para vender limonada.
  • El mítico caso de la empresa que empieza en un garaje (caso de Apple, Microsoft, etc...) con un pequeño taller, que aquí habría dado lugar a un incumplimiento sancionable de la normativa de fincas urbanas sobre utilización de garajes.
  • Así, como podemos ver en otros países, emprender es una aventura admirada por la sociedad. En España, no es muy habitual y además poco comprendido por la sociedad que alguien abandone su puesto fijo, y se lance a una aventura empresarial. Y si además tiene la mala suerte de no triunfar en ese intento, es visto como un “fracasado”. Por eso, en nuestro país, para qué vamos a engañarnos, está más extendida la ambición de “funcionariarse”, aspiración de gran parte de las generaciones actuales.
De ahí, que además de promover leyes a favor del emprendimiento, de iniciativas fiscales favorecedoras de la creación de empresas, de reformas de la administración y de la comunidades autónomas para facilitar las iniciativas empresariales, sería de desear que se tuviera en cuenta el aspecto educativo, desde colegios y universidades, en materia de emprendimiento. Esa es la semilla que hay que plantar, ya que únicamente con políticas de apoyo no lograremos una sociedad dispuesta ayudar y a entender al emprendedor.

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