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¿Garantía de Invalidez o Seguro de Dependencia?

11 Marzo 2019
Invalidez o dependencia
Cuando la Garantía de Invalidez de un seguro deja de tener sentido, la de dependencia cobra especial relevancia. Joaquín Andueza arroja luz sobre los Seguros de Dependencia.

La medicina progresa a pasos cada vez más rápidos, la coyuntura social no es demasiado propensa a que, al menos a corto plazo, tengamos más nacimientos y familias numerosas, y la combinación de todo ello envejece sin parar una, cada vez más amenazante, pirámide de edad que nos indica que pronto se duplicará el número de personas de 65 años, y que en un plazo un poco mayor una de cada cinco personas mayores de 65 años será dependiente.

¿Por qué se va a producir esto? Pues muy sencillo porque, aunque la naturaleza humana nace con una fecha de caducidad imposible de vencer, lo cierto es que ésta va quedando cada vez más lejana en la tabla de la esperanza de vida gracias a los avances médicos, que siguen descubriendo nuevas curas para enfermedades que hasta hace poco eran consideradas mortales.

Pero al mismo tiempo, la vida se va haciendo cada vez más larga y da más ocasión al desgaste físico de unos organismos nuestros que no aguantan el transcurso de los años como desearíamos, apareciendo enfermedades degenerativas que terminan por dejarnos en situaciones de dependencia que muchas veces causan auténticos problemas a nuestros hijos, que como ya ha quedado dicho, cada vez son menos, en número, para repartirse el nuevo trabajo que supone cuidar a sus padres.

Es bien conocido que hasta la generación de nuestros abuelos se decía que fulano se jubiló a los 65 y, más o menos, a los pocos años se murió. Y eso ahora no es que sea impensable, pero sí al menos, raro. La gente ya no se jubila a los 65 porque a esa edad casi todos seguimos en buenas condiciones para trabajar y, sobre todo, porque no puede hacerlo por motivos económicos. Y el que fallece a los 65 es considerado muy joven para que le ocurra. Eso es así.

Porque ahora mismo a los 65 uno es joven. Bueno, no es que sea joven para todo, pero para morir, sí. Se es joven para trabajar también, y por eso dentro de unos años se va a ir retrasando la edad de jubilación. No mucho, porque las demandas sociales no lo van a permitir, pero algo sí. Y si no se continúa haciendo, tendremos serios problemas para que pocos jóvenes trabajando puedan mantener a muchos viejos cobrando pensiones, pero esa es una cuestión que ya abordarémos otro día. Ahora quedémonos con que vamos a trabajar hasta los 67 primero, y quizás después hasta los 70. No más.

Así que mientras uno siga trabajando siempre cabe la posibilidad de que ocurra algo que le impida seguir haciéndolo. Una enfermedad, un accidente… da lo mismo. El organismo de salud competente deberá, en ese caso, comenzar un expediente administrativo que posiblemente acabará dictando una Invalidez del trabajador en el grado en el que sea, que los hay muchos.

Y si entonces tenemos un seguro que nos cubra la garantía de la Invalidez Absoluta vamos a cobrar la cantidad estipulada y nuestro problema va a seguir siendo el mismo, disponiendo de una cierta cantidad de dinero para poder destinarla a paliar de la manera que mejor podamos los inconvenientes que, a buen seguro, nos va a generar la nueva situación. Y, si por el contrario no lo tenemos, volvemos siempre a la misma casilla de salida, a esa en la que causamos problemas a nuestros familiares y casi siempre a los mismos, a nuestros hijos.

Pero la legislación no ha cambiado tan deprisa como la medicina y, hoy por hoy, cuando una persona queda impedida para continuar trabajando, los mismos organismos oficiales que le declaran la Invalidez si tiene menos de 65 años, no lo harán si tiene más de esa edad.

Lo digo porque es muy común continuar escuchando que “ese buen cliente que todos tenemos” quiere continuar con su seguro de Vida y quiere que le continúe cubriendo el fallecimiento y la invalidez absoluta después de los 65 años. Y cuando en Surne, o en otras aseguradoras serias, les decimos que no es posible, hay quien se enfada si no le hacemos la siguiente reflexión: “no deberíamos cobrarle por una garantía que no se va a poder producir”, añadiendo casi siempre “aconséjale que se haga un seguro de dependencia, que ese caso sí se puede dar”. Porque a partir de los 65 ya no le declarará nadie una Invalidez para trabajar; y lo único que le pueden llegar a declarar, a ese buen cliente, es un estado de Dependencia.

Y lo mismo te digo a ti, querido lector. Si estas ya cerca de esa edad no te plantees insistir en que te cubramos con una garantía que no puedes llegar a cobrar, porque no te van a declarar una Invalidez, pero insiste por favor en que te cubramos con esta otra, seguramente nueva para ti, pero que sin duda alguna te es muy necesaria.

Contrata por favor una póliza de dependencia si tu estado físico y mental lo permite.  Y no caigas por favor en el error de pensar que, “estos de Surne”, a este nuevo seguro “le sacarán más rentabilidad y les interesará más venderlo” porque no es así. Siempre le sacaríamos más a la Invalidez, aunque sólo fuera porque no la vas a utilizar, simplemente porque jamás te declararán la Invalidez a partir de los 65.  

Los más avispados se preguntarán: ¿y no puedo hacerme yo ese seguro, aunque sea más joven? Claro que se puede. Yo diría que incluso se debe. En primer lugar, porque uno también puede quedar en estado de dependencia con una edad más temprana. A cualquier edad, en realidad. Un accidente de moto, por ejemplo, puede ser la causa de una situación desgraciada de por vida. Todos conocemos desdichados ejemplos. Y, por lo tanto, es posible hacerse este seguro desde los 18 años hasta los 75; y cuanto más joven se contrate a mejor precio se puede conseguir, y con menos requisitos médicos que pasar. Eso tampoco lo voy a ocultar, porque es lo que hay.

Cualquier persona puede asegurarse percibir una renta vitalicia si queda en estado de dependencia severa o incluso en estado de gran dependencia. Esa renta bien podría ser necesaria para pagar la estancia en un centro especializado o, si la situación es menos grave, para sufragar los honorarios profesionales de los cuidadores que uno necesite, aliviando así las posiblemente maltrechas cargas financieras de los pocos hijos que, como norma general, hemos tenido y a los que, precisamente por ser pocos, la broma les saldría muy cara.

Porque no lo olvidemos, el estado de Dependencia es una situación permanente en que se encuentran las personas que precisan de la atención de otra u otras, o de ayudas importantes, para realizar actividades básicas de la vida diaria ya sean físicas o mentales. Es, en definitivas cuentas, el peor de nuestros fantasmas y lo que nadie desearíamos para un hijo o una hija: que te tenga que cuidar cuando tú ya no te valgas.

Y es cierto que no podemos evitar que ocurra, sí; pero también lo es que lo que sí podemos evitar es que la carga del cuidado y del trabajo recaiga sobre aquellos a los que más queremos.

Por eso y para eso os pido:

  1. Contratad un seguro de dependencia. Vuestros hijos lo agradecerán, pero mucho más lo agradecerá vuestra dignidad,
  2. Procurad vivir de la manera más sana posible. Sin duda alguna ello va a contribuir a que vuestro estado de salud sea mejor y a que seáis más independientes,
  3. ¡Cuidaos mucho! Nadie os cuidará jamás mejor que vosotros mismos,
  4. Y naturalmente, enseñad a vuestros hijos e hijas con vuestro ejemplo. Aconsejadles que también contemplen este tipo de seguro que no existía cuando nosotros teníamos su edad. Y si no lo hacen y vosotros podéis, regaládselo porque quizás algún día se puedan seguir sintiendo bien gracias a él.

Joaquín Andueza
Director de Surne en Navarra, Aragón y La Rioja

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