Puede ser devastador para los hijos comprender que sus padres, que una vez mostraron vigor y salud, ya no se valen por sí mismos. Tal vez nuestro padre o nuestra madre se ha caído y roto una cadera, o se ha desorientado y perdido, o sufre una enfermedad grave.
Por otro lado a los mayores quizá les cueste aceptar que su salud u otras circunstancias limitan su independencia. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos cuidar de ellos?
Hay que asumir que los problemas relacionados con la vejez son inevitables. Debido a ello es importante prepararse para afrontarlos tomando de antemano ciertas decisiones. Llega un momento en la que la mayoría de las personas ya no pueden cuidarse de sí mismas y necesitan ayuda. Pensar en cómo va a cambiar las circunstancias familiares puede desconcertarnos, hacernos sentir confusos o aturdidos. Sería bueno que tanto nuestros mayores como nosotros mismos nos informáramos con tiempo de las opciones disponibles. Por desgracia muchos no hacen esto y luego se ven obligados a tomar decisiones difíciles apresuradamente cuando ya tienen el problema encima. Esto puede producir estrés y quizás les cueste ponerse de acuerdo sobre qué hacer. Con buena planificación los cambios serán menos traumáticos.
Los padres tal vez quieran mantener su independencia el mayor tiempo posible. Muchos problemas se evitan si se hacen buenos planes y hay buena comunicación. Cuando los problemas de salud de nuestros padres no se alivian quizá haya que hacer cambios en la atención que reciben. ¿Necesitan solo ayuda para cocinar y limpiar? ¿Puede ser que solo con alguna pequeña adaptación en casa les fuera más fácil?. Es posible que para mantener el grado de independencia que desean solo necesiten la ayuda de un cuidador a domicilio. Sin embargo, si ya no es seguro que vivan solos será necesario más ayuda permanente. Cuando esto ocurre existe el peligro de que el cuidador se agote. Es normal que deseemos cuidar de nuestros padres lo mejor posible, pero el esfuerzo constante puede ser abrumador. La persona que se halla en esta situación deben ser razonable y plantearse si necesita ayuda externa.
Ver los efectos de la edad en nuestros padres es desalentador. Muchos cuidadores se sienten tristes, preocupados, frustrados, enojados, culpables o hasta resentidos. A veces las personas mayores dicen cosas poco amables o se muestran desagradecidos. Las obligaciones que conlleva atender a nuestros padres en su vejez pueden ser complejas y emocionalmente agotadoras. No hay un conjunto de soluciones mágicas. Sin embargo, si hacemos buenos planes tendremos la satisfacción de saber que están recibiendo la atención y los cuidados que necesitan.
Hay quien piensa que contratar un plan de dependencia o un seguro que nos ayude a afrontar estas situaciones es desentenderse de tus mayores cuando en realidad es todo lo contrario: es preocuparse, entender la situación y buscar la mejor solución.